Una fantasía, una contradicción, una adicción

Kraut Amateur I
4 min readMar 31, 2021

Es fácil, consiste en salir a lugares medianamente concurridos, caminar tranquilo por ellos y empezar a identificar personas que se noten caminando también solitarios. Estas personas se tornan más interesantes si son mujeres. Estas se pueden clasificar entonces en mujeres que se muestran esperando a alguien más o simplemente disfrutando de su soledad.

Taken from www.architonic.com project zaha-hadid-architects-niederhafen-river-promenade

La cuestión es visualizar aquellas que se ven aparentemente perdidas, casi anhelantes, esperando a alguien que no conocen; una proyección quizá de aquel mismo que está fantaseando. Es decir, lo que provoca esta emoción es el encontrar e identificar a alguien que esté haciendo lo mismo que el observador, que sea mujer, que sea medianamente atractiva, para que de cierta forma los dos coincidan en la apreciación del momento; quizá reconociendo que la fantasía es mutua, que esa mujer también se encuentra vagando por las calles en espera de reconocer una persona, un alma solitaria que no esté pensando sólo en un encuentro sexual, sino también en una conexión más allá, una identifícación de la misma búsqueda de ¿qué?¿pesonalidad? — quizá pero esto se verá después en el escrito — No, de propósito al salir, de reconocimiento en la otra persona del mismo límite que implica llegar a la orilla del disfrute individual para así comenzar a anhelar el disfrute en pareja. Y es curioso, porque realmente ese disfrute de pareja sería nuevamente al margen de la sociedad, para quizá caminar sólos, sabiendo que se han encontrado, sabiendo que se parecen demasiado, sabiendo que se podrían enamorar de sí mismos, y en el momento en el que eso quede claro, cuando la individualidad se haya fundido nueva y tan profundamente que de tal forma las dos personas distantes no existan más, las mismas que de casualidad se habrían encontrado caminando en el pasado; ahora simplemente una misma persona, que al haberse fundido en uno mismo para posteriormente dividirse físicamente en dos personas con la misma personalidad, habrían perdido su personalidad primaria, y sólo quedaría otra vez aquel sentimiento de soledad individual, porque el estar juntos se determinaría nuevamente la aburrición de sí mismo, y uno empezaría a anhelar irse sólo caminando, lentamente entre los parajes que son medianamente frecuentados, comenzar entonces a observar desde esa pequeña lejanía a los demás, buscar un alma que nuevamente se haya perdido entre el mar de sociabilidad, en el mar de relaciones y fusiones, encontrarse aquél que nuevamente ha caído en la búsqueda, observarle de lejos, anhelar estar con él o con ella. No distinguir la persona por su sexo, sino por su intención de vida, por su mirada, por su porte, por su velocidad, por la dirección hacia donde dirige la mirada. Y nuevamente, esperar el cruce de miradas a metros de distancia, fugaz, a veces para coincidir, a veces por pura curiosidad, pero al fin, saber que si uno se acerca, se conocerán, quizá se amarán, se disfrutarán y finalmente se fundirán. Se fundirán para crear nuevamente otra personalidad confictiva consigo misma, no sabiendo lo que es, dónde está, a dónde quiere ir, y que en alguna noche o bien entrada la madrugada, comience a escribir — o a leer — su vida , sus anhelos, y entonces descubra eso, que ese ciclo determina su destino, que lo ha estado viviendo, que su fantasía se ha hecho realidad varias veces, que su personalidad se ha fundido con la de otras mujeres, y otros hombres también. Queda el y la única parte de él es la que sigue buscando salir, observar, fantasear en conocer más, en fundirse más, en perderse más, en cansarse más, en agotarse, en dejarse ir, en perderse, en cuestionarse, en describirse y finalmente, volver a ser, volver a salir, volver a buscar, volver a ser el, volver a perderse en la mirada de aquel o aquella que anhelante busca lo mismo: volver a vivir la primera vez que sucedió, la primera y la segunda, pero si la segunda pasó, la tercera y la cuarta donde no funcionó; y la quinta donde ni siquiera ocurrió pero pudo haber sucedido, y también la sexta donde sólo se escribió.

Todas estos posibles escenarios reencontrados en cada momento donde una da un paso tras el otro mientras sonríe así mismo, disfrutando su propio mar de pensamientos, en el momento en el que si uno es visto desde el exterior, se nota a una persona que disfruta de su soledad. Esa ligera risa que se arroja hacia sí mismo, la misma que confundirá al otro caminante que, anhelante, espera encontrar a aquel que esté perdido en su búsqueda, aquel que esté buscando una casualidad en el mar de la interacción grupal, de las amistades conocidas, de la gente de siempre, de la vida de siempre, pero no es ni aquél ni aquella que sonríen hacia sí y sus adentros. No, él no será, la fantasía exige a alguien que esté igual de perceptivo y acomplejado socialmente como el que fantasea, no a alguien que disfrute de esos momentos.

Eso se escuchará decir y provendrá de más de una mente, del colectivo realmente, de la masa que se crea de todas aquellas personas que piensan lo mismo sin saberlo, de aquellas que están en la misma plaza, en el mismo puerto, en el mismo edificio, en las mismas calles, en el mismo tren, en el mismo autobus, misma escuela, mismo supermercado, mismo parque, en la misma vida. Sin embargo, la fantasía no contempla eso, la fantasía es individual y en el momento en que coincide entre personas sólo puede tener dos caminos, el ser realizable o quedar destruida por el simple hecho de ser una fantasia que sólo permite una persona que fantasea y la otra que lo observa a lo lejos pero nunca presente. Esta fantasía no lo permite, es una contradicción, una adicción, una perdición.

--

--

Kraut Amateur I
0 Followers

Me gusta el Kraut, me gusta escribir aunque no lo haga bien, no soy músico. Deseo abrirme a los comentarios, así que comenten.